17 de septiembre de 2013

Ricordi dell' Erasmus...

No veía la hora de comenzar a escribir un poco sobre este, el que ha sido el mejor año de mi vida, y sin embargo también estaba un poco asustada, todo hay que reconocerlo. Por las emociones que pueden aflorar al volver a recordar estos últimos once meses. Arrepentida de no haber escrito un diario en su día, he decidido hacerlo ahora, pequeños capítulos de mi vida romana, pues como dice el refrán. Más vale tarde que nunca.


Mi problema fue que tuve un Erasmus muy movidito.
Demasiado.
En el que un día cundía como si se tratase de una semana, y había un cúmulo de acontecimientos siempre que me impedía asimilarlo. Era un poco contradictorio todo, pues cuando llevabas ahí un mes te daba la sensación de llevar toda una vida. Pero a la vez echabas la vista atrás y te dabas cuenta de lo rápido que pasaba todo...
No tenía tiempo de escribir, o quizás sí. Pero prefería invertirlo en otras cosas, puesto que para mí este año ha sido como un regalo, un regalo de once meses, que no quería desaprovechar.

Soy consciente de que ahora muchos de estos recuerdos se han ido de mi mente, especialmente los malos, o digamos, los menos buenos. Porque todos algún día nos hemos levantado con el pie izquierdo, ya sea en Madrid, en Roma o en Pekín; y a todos nos han surgido algunos baches que has tenido que tomarte como un verdadero desafío; y estas son las cosas que hacen que al final te sorprendas de ti mismo y de tu capacidad resolutiva.
Porque ves que no todo es fiesta (bueno, puede que la mayor parte sí, pero también tienes tus momentillos reflexivos. Sobre todo cuando te pierdes en alguna de esas calles de la bella Roma, y te pones a pensar en lo buena que es la vida allí.) Te das cuenta de que quieres irte fuera y ver mundo, que la vida son dos días y los tienes que aprovechar bien y que nada te podrá desanimar. Pero bueno, no sé que coño hago hablando de recuerdos malos ni menos buenos, si ha sido un año cojonudo. Porque pensándolo  con la cabeza fría, se trataba de un regalo; y pocas veces se le pueden sacar defectos a algo como un Erasmus. 

Recuerdo que en mi última noche en Roma, un 25 de julio, un italiano me preguntó  que qué era lo mejor y lo peor que me había sucedido en mi Erasmus en Roma.
No supe que contestarle.
Extraño pero cierto, recuerdo que al final le dije que no recordaba nada especialmente malo. Y con lo mejor… pues es todavía más difícil… porque no tengo un momento en particular que pudiese decir.. “con esto me quedo..” 
No, no es así, no se puede decidir un momento de once meses. Porque un mes puedes escoger uno, y al otro otro.. y así sucesivamente…. no tengo un momento, tengo millones, mil días, tardes, noches, mil compañías, mil pensamientos. Y me quedo con todos y cada uno de ellos.

En este año me ha sucedido de todo,  creo que he adquirido una madurez que ni en 10 años en Madrid podría haber logrado… He aprendido a conocerme mejor a mi misma, y a ver como me desenvuelvo en situaciones que nunca antes había vivido…
Me he construido una nueva vida partiendo de cero. Porque si lo pienso detenidamente, de la nada he creado el todo. Unas personas y unos lugares que ahora forman parte de mí, como una familia. La Marta de ahora no es la de hace un año, ni de broma. Y eso cualquier persona que haya estado fuera estará de acuerdo conmigo.
Me siento como si hubiese crecido del tirón 5 o 6 años. He vivido situaciones completamente surrealistas a lo largo de este año y que se han convertido en algo normal para mí, que ya iré narrando poco a poco ,porque es un ejercicio mental bastante fuerte, intentar recordar casi todo lo que me ha sucedido en este Erasmus, pues el alcohol y mi cabeza despistada han hecho sus estragos.

Pero lo que no quiero perder es este recuerdo, estos once meses que han quedado grabados en mi mente, y también en mi piel todo hay que decirlo….

"Vivi la vita che ami, ama la vita che vivi". Eso es lo que me he tatuado, sí, para toda la vida lo voy a tener ya. Un 18 de abril  después de recorrerme medio Trastevere (y también media Roma) decidí tatuarme el boceto que me había hecho la noche anterior en casa, sin pensarlo mucho, porque las mejores cosas son las que se hacen sin pensar.
Y ahí lo tengo, la frase que puede definir mi Erasmus y el estilo de vida que quiero tener; y en italiano, la lengua y cultura que me tiene enamorada. Aunque todo hay que decirlo, este año me ha servido también para darme cuenta de que como la cultura española no hay ninguna. Pero bueno, cada cosa a su debido tiempo, y lo iré explicando a lo largo de estas páginas.


Mientras escribo estas líneas, me van viniendo flashes a la cabeza, pequeños recuerdos, escenas, de este año, e intento escribir lo más rápido posible para intentar no perderlos. Pero después lo pienso y me doy cuenta de que si llevan en mi cabeza un año casi, podrán aguantar un poco más.














No hay comentarios:

Publicar un comentario