21 de octubre de 2011

El quinto día.

Un viernes más.
El día más querido de la semana por la mayoría.
El más deseado.
El quinto día…

Dicho esto, nadie puede negar que los viernes se respira algo diferente en el ambiente, por muy típico que pueda parecer. La gente está de mejor humor, es más eficiente en su trabajo. El conductor del autobús te da los buenos días. El compañero insoportable de clase te lo parece un poco menos, incluso te ves mejor cuando te miras en el espejo… Pues  todos tenemos el aliciente de que un par de días de absoluta libertad.
Libertad milimetrada como con un vaso de medidas. Pero todos somos así, nos ponen un objetivo, una meta, y actuamos de una manera más aplicada, para qué negarlo…

Pero si todos los días fueran viernes… Ay, otro gallo cantaría. Porque lo bueno no se puede prolongar de por vida, si no, ya no sería bueno. Sería una ratina más, camuflada en el día más deseado de la semana. Ya no lo apreciaríamos, toda la ilusión se perdería. Porque admitámoslo; todos sin excepción, contamos los días de la semana para que llegue el viernes.




Y poco a poco, vamos llegando a lo largo de este vaso de medidas a nuestro día fetiche, en el cual salimos. Sí, salimos a celebrar. No hace falta un motivo importante o especial. Simplemente celebramos que hemos podido llegar al viernes, sobrevivir a la semana. Nuestros labios están ansiosos de sentir los hielos rozando suavemente las comisuras, el sorbo espirituoso, la euforia momentánea, las risas, abrazos y confidencias. Nuestro cuerpo nos pide que dejemos a un lado estereotipos y opiniones; y nos dejemos llevar. Salir a celebrar con nuestra gente, parece un buen aliciente. Olvidar por un momento nuestra rutina, porque con el paso del tiempo, esto también se convierte en una rutina. La rutina de los viernes. Pero como dice la famosa canción “cualquier excusa, una chorrada, es buena para brindar”

El lunes, día de vuelta a la rutina, depresión y mal humor.
Martes, la continuación del anterior.
Miércoles, en algunos rostros ya se va apreciando una sonrisa en los rostros. Estamos en el momento cumbre de la semana, tras los anteriores días de monotonía, nos espera la recta final.
Jueves, también podemos llamarlo juernes si nos gusta más. Porque cómo nos justa este día, ya vamos abriendo boca para el fin de semana… Se intenta que no sean muy duros, si queremos sobrevivir… Pero claro, siempre hay excepciones.
Y al fin llegamos al ansiado día, al quinto día… el viernes.

No sé si lo habéis pensado alguna vez. Pero su posición en la semana, ocupando la casilla número cinco puede que tenga un significado más trascendental.
El cinco a menudo se ha visto como un vínculo entre lo corpóreo y lo divino. En este caso, entre los laborables y los días de libertad. Un puente entre el mundo terrestre y el celeste. Simboliza la quinta esencia, el éter.
Ya Aristóteles lo explicó en su día. El éter supone el todo, el cuerpo entero en su totalidad. En cuanto a la quinta esencia, suele decirse que es lo esencial de cada uno; aunque otros opinan que puede ser también la unión del Cosmos.
Visto así, el numero cinco simboliza el puente entre la parte espiritual de las personas y la llegada al súmmum, a la divinidad. Metafóricamente creo que podemos aplicar esto a los días de la semana, dejemos que nuestros “espíritus” vuelen y  den lo mejor de sí mismos en este día, el quinto día.
Para los Masones, el cinco es visto como el número del Compañero,  aquel que inicia el quinto viaje. Esa persona que tiene valor  y actitud para hacer lo que quiere. Pues yo propongo que sigamos con este ejemplo. Y quién sabe, a lo mejor los viernes nos sirvan para quitarnos la careta y empezar lo que queremos. Porque no esperemos a que sea lunes, todo se empieza los lunes. Yo os digo, hacedlo hoy si es lo que de verdad queréis.

Así que, si queréis celebrar hacedlo, si no queréis hacer nada, no lo hagáis. Es así de fácil. Porque es viernes, y todos los viernes vamos a gozar de un par de días en los que poder llevar a cabo nuestros proyectos. Sin restricciones.

Quizás su situación en el quinto día no sea algo meramente casual, ¿no?

2 comentarios:

  1. Llevas razón, nunca decimos "voy a hacerlo el viernes", sino "ya lo haré el lunes"; nunca lo había pensado. Yo adoro los viernes, y encima son infinitos: hasta que estiremos la pata habrá viernes, y después tambien. Menos mal que no se acaban :)
    Un beso, y me quedo por aquí, que me gusta mucho tu blog!

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  2. YoTambiénQuieroFlipar.4 de noviembre de 2011, 16:01

    Te comento para pedirte un favor, sé que es atrevido pues no nos conocemos pero al leer tu blog mi espíritu me lleva a proponértelo y a dejarme llevar por este impulso. ¿Dónde has comprado las sustancias que has condumido para escribir esta entrada? Estoy muy interesada. Gracias.

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