17 de diciembre de 2011

Una tarde en el Vintage Market

Viernes. Una tarde fría y lluviosa. Nos encontramos paseando por el Madrid castizo; otro mundo, el mundo de Quevedo, de las aceras empedradas y un olor característico, como a leña mezclada con la humedad del ambiente.
Estamos en la Latina, y entre los cafés y locales nos adentramos en María Pandora, una librería y champañería con identidad propia. Allí se celebraba el Vintage Market, al que tantas ganas teníamos de asistir.


Desde el momento en el que abres la puerta el calor invade el ambiente. Nos adentramos curiosas, con ganas de verlo todo. Un solo vistazo es suficiente para darte cuenta de que te has trasladado a otra época, a los años 40. Como si de un café parisino o un rincón de Portobello se tratase, observamos curiosas las paredes, cuidadosamente adornadas de todo tipo de elementos vintage. 



Fotos, curiosos objetos, teléfonos de rueda. Al fondo, una biblioteca de viejos ejemplares, una máquina de coser; y lo que nos llevaba allí, las prendas vintage. Dispuestas en dos grandes secciones en el centro de la cafetería, bajo una música que lograba trasladarte sin problema a la atmósfera paralela.

Con un cinématógrafo que proyectaba Films de la época descubríamos unas prendas de lo más curiosas. Elia Pastor, la creadora del Vintage Market y casi un miembro más de mi familia ha logrado encontrar  preciosos  vestidos, jerseys, blusas… de todo. La mayoría de las vestimentas vienen de los rincones más vintage de Alemania, Francia y Holanda. Bajo un cuidadoso proceso de selección y cuidado de las prendas.

El ambiente estratégicamente creado, entre velas y todo tipo de objetos sacados de anticuarios, invita a explorar estas prendas. Lo veo y quiero comprármelo todo. Me pruebo varios vestidos que me trasladan a otra época. Porque ese es el encanto de lo vintage, pensar en las vivencias de esa ropa, sus anteriores dueños, los años que han pasado y que no han conseguido estropear la tela. Porque si algo tengo que decir es que me quedé impresionada con la calidad de la ropa y los precios. No encontré nada que sobrepasase los 25 euros, y claro, mi cartera no  se podía resistir, quería llevármelo todo.

Junto a la creadora del Vintage Market Elia Pastor.

Para acompañar la curiosa levada, galletitas de jengibre, bizcochos, frutas…  Con un buen café vienés en las antiguas mesas, rodeadas de gente de lo más variopinto. Observamos el ambiente, bohemio, cálido, ecléctico, en el que se respira muy buen rollo. Gente probándose topa, curioseando, charlando, leyendo, saboreando los pequeños manjares dispuestos a lo largo de toda la estancia… 



Así pasamos más de dos horas en el local, disfrutando de la curiosa tarde. Un plan diferente y que enamora. fotografiando cada curioso rincón y disfrutando de la moda. Así, con las bolsas cargadas, nos despedimos y volvemos a la fría realidad.

Cada fin de mes se celebrará un nuevo Vintage Market, al que os recomiendo que asistáis. Sucede como con el chocolate, una vez que lo pruebas, no puedes resistirte.  

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