16 de octubre de 2011

Domingo domingo...

Domingo… Un día bastante deprimente para todos, o para la gran mayoría. Supone la clausura del fin de semana. La despedida de esos dos días (y medio) de mesurada libertad. Es la vuelta a la vida laboral, la rutina y los horarios poco flexibles.
Una pequeña tortura que nos martiriza cada semana. Los domingos son días tontos. No quieres hacer algo hasta tarde porque al día siguiente hay que trabajar, pero si no haces nada te aburres… Y te deprimes.



Mi rutina dominical suele consistir en levantarme tarde, la mayoría de ellos con una considerable hangover, mal di testa, resaca  o como lo queramos llamar. Porque los sábados noche son muy duros para todos, doy fe de ello. A continuación la paella del domingo. Que nunca falla, o algún plato nuevo preparado por mi madre con mucho amor. Porque es domingo y hay que darse un homenaje.
Tras este pequeño festín la lectura de los diarios y suplementos dominicales es obligada. Mi favorito, el XL semanal del ABC. Amo los artículos de Reverte, Herrera y Carmen Posadas. También aprovecho a ponerme al día con los últimos cotilleos, todo hay que decirlo.

Y la película de la hora de la siesta…Otro imprescindible del domingo. Puedo decir que soy fan de los bodrios que ponen en Antena 3, siempre los veo...Me impresiona la capacidad que tienen los directores, productores y equipo técnico en general para producir algo que de tanto sueño. Porque reconozcámoslo. Las siestas del domingo sin el sonido de fondo de esas pequeñas obras no serían lo mismo. Mejor dicho, para mí no serían posibles.


Antes también veía las películas de Tele 5, pero la falta de escrúpulos y la chonicidad de la cadena hacen que ya ni siquiera emitan películas los fines de semana, sustituídas como no, por horrendos programas del “corazón”, en el que los  cotilleos vienen de los mismos colaboradores. Toda una vergüenza y degeneración de la actividad periodística. Pero bueno, ese es otro tema al que ya le dedicaré otra entrada al blog.

Hoy estamos hablando del domingo, del que no hemos dicho que también tiene otra parte positiva, de la que os hablaré a continuación.

Porque también están los domingos provechosos, esos que estadísticamente son uno de cada 10 más o menos. Y son como yo los llamo, son los domingos felices. Aquellos en los que la depresión post-finde es menor. Y te levantas con la motivación de hacer algo en el día. La mayoría de las veces esto se debe a que tu noche del sábado ha sido más Light y no has tenido que recurrir al ibuprofeno de las 6 de la mañana y el gelocatil para desayunar.

Pues bien en estos domingos, una se da cuenta de que este día no es tan malo. Que hay vida más allá de las cuatro paredes de casa. Domingos de Latina, de conocer mejor Madrid, de Museos, de cañas con los amigos, o de tiendas por el centro.
Hoy, sin ir más lejos, he hecho lo que hacía muchos meses que no hacía. He madrugado un domingo (¡válgame Dios!; pero es cierto, no os engaño) y me he ido al Rastro, algo que no hacía desde mi más tienda infancia.

La idea se me ocurrió ayer, así que me metí en la web del Rastro y me decidí a hacerle una visita con una amiga (estas cosas se disfrutan más en compañía). La soleada mañana acompañaba cualquier tipo de actividad al aire libre. Y cuando hemos llegado hemos podido comprobarlo, medio Madrid había pensado lo mismo que nosotras.
Ya se me había olvidado lo variopinto que es el Rastro, puedes encontrar desde una tortuga hasta una silla, pasando por cámaras de fotos antiguas, libros, ropa usada, comida… La gente, también de lo más variado. En su mayoría bohemios con sus cámaras réflex intentando capturar la mejor instantánea, aunque también turistas de todas partes, y familias al completo que deciden ir a ver que se cuece después de su desayuno dominical. Me he arrepentido de no haberme llevado la mía, pues no hacía más que ver buenas fotografías en cada rincón. Fotos de lo más artístico que muestran lo genuino del mercadillo, de nuestro Portobello Road a la madrileña. Pero bueno, otro domingo se andará.

Los puestos tan humildes, los  vendedores y gitanos gritando todo tipo de frases, alguna de lo más comercial (seguro que si algún creativo las oye las utiliza para un spot). Desde un “cómprate 4 bragas a 3 leuros porque tu culo lo vale” a, un más modesto "¡zapatos a 5 euros señores!”. Los grupos de ancianos, pulcramente arreglados con su traje de chaqueta, sus señoras con un clavel, la viva representación del chulo madrileño. Las fervientes colas de turistas observando curiosos el panorama. Las tostas de La Extremeña. Y el empedrado del Madrid castizo. Todo parecía una estampa de  una película Almodóvar.

Y es que yo invito a la gente a ir al Rastro simplemente a mirar, a observar todo lo que allí se da, porque saldréis de allí satisfechos. Y si algo bonito (y curioso) os lleváis a casa, mejor que mejor.

Otra opción para estos domingos felices son las cañas por el centro o por la Latina con amigos, ponerse al día. Y si hace mucho tiempo que no los ves, se disfruta mucho más. Últimamente frecuento mucho la Sureña, la cervecería en la que por 3 euros disfrutas de tus 5 botellines. Hasta los topes cualquier día que vayas, pero es que el aperitivo en buena compañía, y si el tiempo acompaña, no tiene precio.

Para aquellos que quieren probar cosas nuevas, les recomiendo ir a hacer fotos, solos. Capturar las mejores estampas de la ciudad en la que vivimos, después cuando ves esas fotos te das cuenta de lo mucho que la quieres, la valoras más. También ir a una exposición, o simplemente perderte en algún parque pueden ser algunas actividades de domingo de los más amenas. Eso sí, cuando no hay que estudiar porque esos si que son los domingos de lo más deprimente, en los que sólo piensas los días que quedan para que el viernes siguiente vuelva a llegar…

Dicho esto, feliz domingo a todos.

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